En Sudán, país devastado por la guerra, la violación podría estar usándose como arma y el simple hecho de ser mujer allí es un fuerte indicador de hambre, violencia y muerte, advirtió este martes la agencia de la ONU que pugna por la igualdad de género.

“Las mujeres que nos hablan desde El Fasher, epicentro de la última catástrofe en Sudán, nos cuentan que han sufrido hambruna, desplazamiento forzado, violaciones y bombardeos”, declaró la directora regional de ONU Mujeres para África Oriental y Meridional.

En conferencia de prensa en Ginebra, Anna Mutavati detalló que mujeres embarazadas han dado a luz en las calles ya que los últimos hospitales de maternidad que quedaban fueron saqueados y destruidos.

Atrocidades generalizadas

Las Fuerzas de Apoyo Rápido capturaron El Fasher, capital del estado de Darfur del Norte, a finales de octubre, tras más de 500 días de asedio, en medio de informes de atrocidades generalizadas, incluidas ejecuciones sumarias y violencia sexual.

En abril de 2023 estallaron los combates entre las Fuerzas Armadas Sudanesas y las Fuerzas de Apoyo Rápido, un grupo paramilitar, tras el fracaso de la transición a un gobierno civil luego del derrocamiento cuatro años antes del presidente Omar al-Bashir.

Los intensos combates que siguieron han devastado comunidades, desplazado a millones de personas y exacerbado una crisis humanitaria de por sí grave.

En 2008, el Consejo de Seguridad de la ONU reconoció que la violación en conflictos y otras formas de violencia sexual pueden constituir un crimen de guerra, un crimen de lesa humanidad y un componente de genocidio.

Más desplazamientos masivos

Mutavati afirmó que la situación se está deteriorando drásticamente a medida que los combates se extienden por la ciudad, provocando desplazamientos masivos. Miles de mujeres y niñas han huido a otras localidades del norte de Darfur, como Tawila, a unos 70 kilómetros de distancia, Korma y Malit, donde la presencia humanitaria es prácticamente inexistente.

El lunes, la Oficina de la ONU para Asuntos Humanitarios (OCHA) informó que cerca de 89.000 personas han huido de la zona, algunas buscando refugio cerca de la frontera entre Sudán y Chad.

“Lo que nos cuentan las mujeres es que, en su terrible travesía, cada paso que han dado para buscar agua, recoger leña o hacer cola para recibir comida ha conllevado un alto riesgo de violencia sexual”, explicó Mutavati. “Cada vez hay más pruebas de que la violación se utiliza deliberada y sistemáticamente como arma de guerra”.

No hay lugar seguro

Los cuerpos de las mujeres “se han convertido en la escena de un crimen en Sudán”, dijo Mutavati, y sostuvo que ya no existen espacios seguros donde las mujeres puedan encontrar protección o acceder a atención psicosocial básica.

“La dignidad más elemental también se ha derrumbado”, apuntó, explicando que en Darfur del Norte un paquete de compresas higiénicas cuesta unos 27 dólares, mientras que la ayuda humanitaria en efectivo asciende a poco menos de 150 dólares al mes para una familia de seis personas, en promedio.

Mutavati habló de las “decisiones imposibles” que deben tomar las familias, “obligadas a elegir entre comida, medicinas y dignidad”.

“Las necesidades básicas de las mujeres y las niñas ocupan el último lugar en esa lista”, aseveró.

Mujeres y niñas, las que menos comen

En Sudán, al igual que en otras crisis, “las mujeres y las niñas son las que menos comen y las últimas en hacerlo”, añadió.

“Es posible que la mayoría de las mujeres y niñas en Sudán no coman en absoluto… Las mujeres a menudo se saltan comidas para que sus hijos puedan comer, mientras que las adolescentes suelen recibir la menor porción, lo que perjudica su nutrición y salud a largo plazo”, lamentó.

Mutavati precisó que en zonas remotas y asediadas como Darfur o Kordofán, “las mujeres y las niñas son quienes buscan comida para sobrevivir”, y citó reportes de mujeres que “recolectan hojas y bayas silvestres para preparar sopa”, enfrentándose además a riesgos de violencia.

El hambre se extiende

A principios de noviembre, el último análisis de seguridad alimentaria respaldado por la ONU confirmó la situación de hambruna en El Fasher y en Kadugli, la capital del estado de Kordofán del Sur.

El personal sanitario también ha dado cuenta de un aumento de los casos de desnutrición aguda grave en lactantes, a menudo vinculado a la menor capacidad de sus madres -que padecen hambre- para amamantar.

Efecto dominó

El hambre que sufren las mujeres tiene un efecto dominó”, alertó.

Al pedir el fin de la violencia, un mayor acceso humanitario y un mayor apoyo a los comedores sociales dirigidos por mujeres y a otras organizaciones que prestan ayuda, Mutavati subrayó que las mujeres y las niñas de Sudán “son la medida de nuestra humanidad compartida”.

“Cada día que el mundo tarda en actuar en Sudán, otra mujer da a luz bajo fuego, entierra a su hijo por hambre o desaparece sin justicia”, concluyó.

Presión para que acceda la ayuda

En tanto, el máximo responsable humanitario de la ONU, Tom Fletcher, llegó a Sudán ayer lunes con el objetivo de presionar para que se ponga fin a las atrocidades y garantizar el acceso sin trabas del personal humanitario.

La situación en Darfur del Norte sigue siendo inestable tras la caída de El Fasher. Aunque los enfrentamientos más graves han disminuido, la población civil sigue sufriendo ataques esporádicos, saqueos y violencia de género.

En Kordofán del Sur, un ataque con drones impactó la ciudad de Um Barmbeeta, destruyendo una escuela e hiriendo a varias personas desplazadas. La inseguridad continúa bloqueando el acceso a zonas donde miles de personas permanecen aisladas y sin recibir ayuda.

Más de 12.000 personas han huido de la violencia en Darfur y Kordofán en busca de seguridad en el estado del Nilo Blanco desde finales de octubre, lo que pone a prueba los de por sí escasos recursos.

La ONU ha vuelto a pedir la protección de la población civil y que se garantice a los trabajadores humanitarios un acceso seguro y sostenido a través de las líneas del frente.

Source of original article: United Nations (news.un.org). Photo credit: UN. The content of this article does not necessarily reflect the views or opinion of Global Diaspora News (www.globaldiasporanews.net).

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