Ocho años antes María* se había ido de Caracas, Venezuela, impulsada por las oportunidades cada vez más escasas en su lugar de origen y con la esperanza de completar sus estudios de medicina veterinaria. A los 21 años, aceptó una oferta de una persona conocida que le prometió trabajo en Trinidad y Tobago limpiando casas y atendiendo mesas. Parecía ser una cuerda salvavidas, una forma de mantenerse a sí misma y a su familia que había quedado en Venezuela.

Ella no sabía que luego iba a caer en una trampa bien tendida.

“Creí en la promesa de un futuro mejor”, recuerda María, “pero me encontré atrapada en una pesadilla de la cual no podía escapar”. Fue obligada a realizar trabajo forzoso y sometida a explotación sexual, vivía con miedo y raras veces veía la luz de sol; su libertad le había sido arrebatada.

Tras ocho meses en cautiverio, María logró escapar. No fue el fin de sus luchas, sino el inicio de un viaje lento y lleno de determinación hacia la sanación.

María encuentra fuerza en sus dos hijos pequeños, que ahora tienen uno y cinco años, mientras reconstruye su vida.

No ha sido fácil

Ahora tiene 29 años, vive en Trinidad y Tobago junto a su pareja y sus dos hijos, de uno y cinco años. Si bien ahora sus días transcurren entre corridas rumbo a la escuela y comidas compartidas, el trauma sigue estando allí. Sonríe cuando habla de ese trauma, pero en su voz puede percibirse el peso de todo aquello a lo que tuvo que sobrevivir.

“No ha sido fácil”, dice, con la voz entrecortada. “Pero de a poco me estoy forjando una nueva vida”.

Cuando regresó a Venezuela, su familia no estaba enterada de todo lo que ella tuvo que soportar. El miedo y la vergüenza la mantuvieron en silencio. Han pasado siete años desde que vio por última vez a sus padres y hermanos. Si bien los extraña mucho, lo vivido sigue siendo una pesada carga como para poder ponerlo en palabras.

Como muchos sobrevivientes al delito de trata de personas, María ha tenido que reconstruir mucho más que su propia seguridad física. Las heridas emocionales son profundas y la estigmatización en torno a la trata hace que la recuperación se vuelva aún mucho más compleja.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha estado siempre ha su lado, ofreciendo apoyo psicosocial, ayudándola a encontrar un lugar donde vivir en condiciones de seguridad y brindándole las herramientas para reconstruir su vida.

“Trabajamos incansablemente para luchar contra la trata de personas”, informa Desery Jordan-Whiskey, Asistente de Proyecto en Trinidad y Tobago. “Nuestro compromiso es proveer Asistencia crucial a los sobrevivientes mientras abogamos por políticas más sólidas para prevenir la explotación y garantizar el acceso a la justicia”.

María ha encontrado estabilidad y fuerza, decidida a convertir su historia en una de resiliencia y sanación.

Quiero que otras mujeres sepan que no están solas

María es una de las muchas mujeres en la región que han sido engañadas con falsas promesas y que se encontraron en situaciones de explotación.

Ella sabe que hay un largo camino por delante, pero dice que su pasado no va a definirla. “Quiero que otras mujeres sepan que no están solas. Hay vida después de esto, hay fortaleza”.

Su historia arroja luz sobre la trata de personas, una crisis mucho más amplia en la que las mujeres y las jóvenes son afectadas desproporcionadamente. De acuerdo con el Informe Mundial 2024 de UNODC sobre Trata de Personas, 52 % de las víctimas en Centroamérica y el Caribe son personas menores de 18 años, y un 62% son tratadas con fines de explotación sexual.

Detrás de cada estadística hay un ser humano, una hija, una hermana, una madre, intentando sobrevivir y recuperarse.

Pero los números no pueden capturar el coraje que requiere volver a empezar.

“Soy la prueba viviente de que es posible reconstruir la vida”, dice María, con su voz más tranquila ahora. “Lleva tiempo, pero no es imposible”.
 

*El nombre ha sido cambiado para proteger su identidad.  

Source of original article: United Nations (news.un.org). Photo credit: UN. The content of this article does not necessarily reflect the views or opinion of Global Diaspora News (www.globaldiasporanews.net).

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