Hay tres grandes pirámides en Giza, Egipto, pero imaginemos que hubiera 307 de ellas, y que estas se hubieran disuelto en más de 2000 millones de toneladas de arena y partículas de polvo.
Esa es la cantidad de arena y polvo que entra anualmente en la atmósfera, según el informe anual de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) sobre las tormentas que esparcen esas partículas por las fronteras de todo el planeta.
El informe de la agencia meteorológica advierte que, aunque la cantidad de polvo disminuyó marginalmente en 2024, el impacto sobre los seres humanos y las economías va en aumento.
La OMM calcula que más de 330 millones de personas de 150 países se ven afectadas por las tormentas de arena y polvo, que provocan muertes prematuras, daños a la salud, y elevados costes económicos.
Lo que comienza en el Sahara puede oscurecer los cielos en Europa
“Las tormentas de arena y polvo no sólo significan ventanas sucias y cielos brumosos. Dañan la salud y la calidad de vida de millones de personas y cuestan muchos millones de dólares”, afirmó Celeste Saulo, secretaria general de la OMM.
Aunque el movimiento de la arena y el polvo es un proceso meteorológico natural, el aumento de la degradación del suelo y la mala gestión del agua han exacerbado en las últimas décadas su prevalencia y propagación geográfica.
Las partículas de polvo y arena, el 80% de las cuales proceden del norte de África y Oriente Medio, pueden transportarse miles de kilómetros a través de fronteras y océanos.
“Lo que comienza en una tormenta en el Sahara, puede oscurecer los cielos en Europa. Lo que se levanta en Asia Central, puede alterar la calidad del aire en China. La atmósfera no reconoce fronteras”, declaró Sara Basart, responsable científica de la OMM, en una sesión informativa en Ginebra.
Esto es precisamente lo que ocurrió en 2024. El polvo y la arena del Sahara Occidental viajaron hasta las Islas Canarias españolas. Y los fuertes vientos y la sequía de Mongolia llevaron el polvo a Beijing y el norte de China.
Un reto cada vez mayor
“Estos fenómenos meteorológicos extremos no son anomalías locales. Las tormentas de arena y polvo se están convirtiendo rápidamente en uno de los retos mundiales más ignorados y de mayor alcance de nuestro tiempo”, dijo un alto funcionario en nombre de Philémon Yang, presidente de la Asamblea General.
Las tormentas pueden oscurecer la luz solar, alterando los ecosistemas terrestres y oceánicos. Además de las repercusiones medioambientales, estos fenómenos meteorológicos tienen profundas repercusiones en los seres humanos y sus economías.
“Una vez consideradas estacionales o localizadas, las tormentas de arena y polvo se han intensificado hasta convertirse en un peligro mundial persistente y cada vez más intenso”, declaró Rola Dashti, copresidenta de la Coalición de las Naciones Unidas para Combatir las Tormentas de Arena y Polvo.
Entre 2018 y 2022, más de 3800 millones de personas estuvieron expuestas a partículas de polvo, y las regiones más afectadas experimentaron exposición al polvo el 87% del tiempo durante ese mismo período.
Estas partículas exacerban las enfermedades cardiovasculares y tienen otros efectos adversos para la salud, lo que provoca siete millones de muertes prematuras cada año, especialmente entre las poblaciones ya vulnerables. Yang se refirió a esto como el “asombroso coste humano”.
Desde una perspectiva económica, las tormentas pueden conducir a una reducción del 20% en la producción de cultivos entre las comunidades rurales, empujándolas hacia el hambre y la pobreza.
Sólo en Oriente Medio y el Norte de África, las pérdidas económicas en 2024 como consecuencia de las tormentas de arena y polvo representaron el 2,5% del PIB regional.
No podemos hacerlo solos
La OMM hace un llamamiento a la comunidad internacional para que invierta más en sistemas de alerta temprana y seguimiento de datos.
“Ningún país, por muy preparado que esté, puede hacer frente a este reto por sí solo. Las tormentas de arena y polvo son una amenaza transfronteriza que exige una acción coordinada, multisectorial y multilateral”, afirmó Dashti.
La declaración de 2025-2034 como Decenio de la Lucha contra las Tormentas de Arena y Polvo, debería ser un punto de inflexión. Insto a los Estados Miembros a pasar de la concienciación a la acción, y de la fragmentación a la coordinación, recalcó Philémon Yang.
Source of original article: United Nations (news.un.org). Photo credit: UN. The content of this article does not necessarily reflect the views or opinion of Global Diaspora News (www.globaldiasporanews.net).
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