Casi 22.000 personas huyeron de sus hogares en el norte de Mozambique en una sola semana del mes pasado debido al resurgimiento de los combates en la provincia de Cabo Delgado, advirtió este martes la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).

El aumento del desplazamiento a finales de septiembre marca un punto de inflexión en el conflicto, que entra ya en su octavo año, con más de 100.000 personas desplazadas solo en lo que va de 2025.

La violencia en Cabo Delgado comenzó en 2017, encabezada por grupos armados localmente conocidos como Al-Shabab, que no tienen relación con la milicia islamista somalí del mismo nombre. El conflicto se ha convertido en una crisis compleja, agravada por los efectos de ciclones, inundaciones y sequías recurrentes que han devastado los medios de vida.

Por primera vez desde el inicio de las hostilidades, los 17 distritos de Cabo Delgado se han visto directamente afectados, y más de 1,3 millones de personas han sido desplazadas, muchas de ellas en múltiples ocasiones.

“Las familias están llegando a su límite”, declaró Xavier Créach, responsable de ACNUR en Mozambique, señalando que incluso algunas personas que antes acogían a desplazados ahora están huyendo ellas mismas.

Los civiles siguen siendo blanco de ataques, con informes de asesinatos, secuestros y violencia sexual, mientras que los niños enfrentan el riesgo de ser reclutados por la fuerza.

Mujeres y niñas, las más vulnerables

Las mujeres y las niñas están especialmente expuestas al peligro cuando recolectan agua o leña, y las personas con discapacidad o personas mayores a menudo no pueden huir de la violencia. Muchas están traumatizadas y necesitan urgentemente apoyo psicosocial, añadió Créach.

La violencia se ha intensificado drásticamente este año, con más de 500 incidentes registrados hasta agosto, superando incluso los picos de 2022, incluyendo ataques, secuestros y destrucción de viviendas e infraestructura.

ACNUR afirma que esta nueva ola de desplazamientos en Mozambique es una de las más grandes registradas en los últimos ocho años.

Sistema de salud bajo asedio

Las consecuencias humanitarias se han visto agravadas por el colapso de los servicios de salud en el norte del país.

Según la respuesta liderada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor del 60% de los centros de salud en los distritos más afectados están fuera de servicio debido a la inseguridad, saqueos y el desplazamiento del personal.

Servicios esenciales como la atención materna, el tratamiento del VIH y la respuesta de emergencia se han visto gravemente interrumpidos.

En Mocímboa da Praia, el único hospital opera con menos del 10% de su personal, en su mayoría voluntarios que luchan por mantener abiertas la sala de emergencias y la maternidad.

Las organizaciones humanitarias advierten que el riesgo de enfermedades está aumentando, y se espera un repunte de casos de malaria y cólera con la llegada de la temporada de lluvias.

Grave escasez de financiación

El plan de respuesta anual del sector de salud solo ha recibido el 11% de los fondos necesarios para este año, lo que ha dejado las reservas de medicamentos esenciales en niveles críticamente bajos.

ACNUR también enfrenta una grave escasez de financiación. Solo ha recibido 66 millones de los 352 millones de dólares necesarios para sus operaciones en Mozambique en 2025, dejando su capacidad de respuesta “al límite justo cuando aumentan las necesidades”.

Source of original article: United Nations (news.un.org). Photo credit: UN. The content of this article does not necessarily reflect the views or opinion of Global Diaspora News (www.globaldiasporanews.net).

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