“Actualmente, 673 millones de personas en el mundo siguen acostándose con hambre cada noche. Día tras día, muchas más no saben si recibirán su próxima comida”, lamentó este jueves el Secretario General de la ONU.
En su mansaje con motivo del Día Mundial de la Alimentación, celebrado cada 16 de octubre, António Guterres recordó que hace ocho décadas, los países se unieron para ganar la batalla contra el hambre en un mundo asolado por la guerra.
Desde entonces se han logrado grandes avances, pero las crisis recientes demuestran que hay que mantenerse en guardia para no retroceder, dijo.
Nuevos desafíos
Guterres señaló que con el paso de los decenios han surgido nuevos desafíos, que van desde el aumento de la obesidad hasta las perturbaciones climáticas que suponen una amenaza para la seguridad alimentaria.
“Resulta vergonzoso que se esté utilizando el hambre como arma; la espantosa realidad es que en las situaciones de conflicto la población se enfrenta a condiciones de inanición y hambruna”, deploró.
Pese a estas calamidades, continuó, el mundo dispone de las herramientas, los conocimientos y los recursos necesarios para acabar con el hambre y proporcionar una alimentación adecuada y saludable a todas las personas.
“Lo que necesitamos es unidad”, afirmó Guterres, llamando a la solidaridad y la acción para construir sistemas alimentarios que nutran a las personas y protejan el planeta.
Un sistema desequilibrado de abundancia y escasez
El Día Mundial de la Alimentación coincide con la fundación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que este año celebra su 80º aniversario, alertando del imperante sistema alimentario desequilibrado, donde la abundancia y la escasez coexisten, a menudo una junto a la otra.
Mientras que 673 millones de personas viven con hambre y la inseguridad alimentaria es abrumadora en algunos lugares del mundo, en otros sitios continúa el aumento de los niveles de obesidad y el desperdicio generalizado de alimentos, señaló la agencia.
Los datos de la FAO indican que un tercio de los alimentos se pierde o desperdicia: el 13% se pierde durante la cosecha y el transporte y el 19% se desperdicia en las etapas de venta y consumo.
En tanto, los 673 millones de personas hambrientas contrastan con 900 millones de individuos obesos y 35,5 millones de niños menores de cinco años tienen sobrepeso.
Historias de trabajo y esperanza
No obstante los grandes desafíos para lograr una alimentación sana y sostenible para todos, muchas comunidades del mundo aportan su grano de arena con proyectos y métodos de trabajo que inspiran por su resiliencia e innovación.
Son historias de esperanza que hablan de tierras recuperadas, biodiversidad conservada y océanos protegidos; de colaboración que fortalece a las comunidades y de una alimentación que aporta dignidad y resiliencia, explica la FAO.
En el centro de estas historias hay agricultores, pescadores, innovadores y comunidades que encuentran formas sostenibles de cultivar, elaborar y compartir alimentos. Con sus acciones, afrontan los retos con determinación, combinando tradición e innovación, y allanando el camino hacia un futuro mejor.
La chakra andina
Entre esas historias, la FAO subrayó el caso de la chakra andina, liderada por mujeres indígenas que trabajan para preservar la agrobiodiversidad en los altiplanos de Ecuador.
“Durante siglos, las mujeres kichwa y sus conocimientos ancestrales sobre agricultura han mantenido la seguridad alimentaria y la autosuficiencia en esa región de Ecuador”, apuntó la FAO.
Pese a las dificultades que entraña el cultivo a altitudes que oscilan entre los 2500 y los 3400 metros sobre el nivel del mar y las crecientes repercusiones del cambio climático en estos ecosistemas delicados, las mujeres kichwa y sus sistemas alimentarios perviven.
Sus parcelas o granjas, conocidas como chakras, constituyen un sistema agrícola biodiverso reconocido en 2023 por la FAO como Sistema importante del patrimonio agrícola mundial.
Además de nutrición, seguridad alimentaria e ingresos, la chakra aporta medicinas, combustible y forraje al pueblo kichwa.
La producción de la chakra, donde se cultivan, en promedio, unos 25 productos, se destina principalmente al consumo doméstico.
La FAO apoya la mejora de la producción de cultivos en las chakras para que el excedente sirva como fuente de ingresos.
El respaldo incluye capacitaciones a las mujeres kichwa en materias como contabilidad y comercialización para que adquieran competencias que las ayuden a ocuparse de la venta directa a clientes en Cotacachi y otros centros urbanos. Desde 2019, unas 13.500 familias rurales de Ecuador se han beneficiado con estos apoyos.
Source of original article: United Nations (news.un.org). Photo credit: UN. The content of this article does not necessarily reflect the views or opinion of Global Diaspora News (www.globaldiasporanews.net).
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