El 30 de julio de 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó el Plan Mundial de Acción para Combatir la Trata de Personas, haciendo un llamado a una coordinación global más fuerte para poner fin a este crimen atroz.
Desde entonces, cada cuatro años los países se reúnen en la sede de la ONU en Nueva York para revisar los avances y renovar sus compromisos.
Este año se adoptó una nueva Declaración Política. He aquí por qué importa:
1. La trata de personas es responsabilidad de todos
La trata de personas afecta a millones de personas en todas las regiones del mundo. No se detiene en las fronteras: algunos países son lugares de origen de las víctimas, otros sirven como rutas de tránsito y muchos son destinos.
Debido a que el crimen es tan extendido y adaptable, ningún país puede combatirlo solo. Se espera que los gobiernos trabajen juntos –junto con organizaciones internacionales, comunidades e individuos– para prevenir la explotación, proteger a las víctimas y llevar a los tratantes ante la justicia.
La tecnología se utiliza cada vez más de manera indebida para facilitar la trata: desde el reclutamiento en línea y las estafas hasta la explotación y el abuso sexual infantil. Los países fortalecerán la cooperación contra estas amenazas digitales.
La trata para la extracción de órganos y la explotación en las cadenas de suministro son recordatorios adicionales de que este crimen adopta muchas formas. Los países están comprometidos a enfrentar todas las formas de trata, no solo las más visibles.
La imagen de una mujer difuminándose en la arena, Lajas Blancas, Panamá.
2. Descubriendo las raíces de la explotación
La trata de personas prospera donde las personas son vulnerables. La pobreza, la desigualdad, la violencia de género, los conflictos, los desastres naturales y el acceso limitado a la educación reducen las oportunidades y opciones, dejando a los individuos más susceptibles a la explotación. Las mujeres y los niños se ven particularmente afectados, con un aumento de la trata infantil para fines como el trabajo forzoso.
Abordar estas causas fundamentales es esencial para la prevención. Se espera que los países prioricen estrategias a largo plazo centradas en el empoderamiento económico, el acceso a la educación, la formación profesional y la sensibilización pública. Al dotar a las personas de conocimiento y oportunidades, los gobiernos buscan reducir el riesgo de que caigan en manos de tratantes.
Los datos fiables sobre patrones de trata, perfiles de víctimas y rutas de tránsito son fundamentales. Los conocimientos basados en evidencia permiten a los gobiernos diseñar intervenciones más inteligentes y fortalecer las respuestas globales.
Un resultado clave del Plan Mundial de Acción es el Informe Mundial sobre la Trata de Personas de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), que rastrea cómo evoluciona este crimen a lo largo del tiempo y ayuda a dar forma a soluciones efectivas.
Un parque infantil en el centro de tránsito temporal para migrantes y refugiados “Vinojug” en Gevgelija, Macedonia del Norte.
3. Las víctimas y sobrevivientes primero
Demasiadas víctimas de la trata permanecen invisibles y sin voz. Sin embargo, sus testimonios son esenciales para prevenir la explotación, mejorar los sistemas de apoyo y llevar a los tratantes ante la justicia. La identificación temprana y la protección son vitales, junto con el acceso a vivienda segura, atención médica, educación y asistencia legal.
Las experiencias de los sobrevivientes deben guiar las políticas. Sus perspectivas únicas revelan cómo opera la trata y cómo se puede apoyar mejor a las víctimas. Se espera que los gobiernos coloquen a los sobrevivientes en el centro de las estrategias contra la trata, asegurando que la protección y el empoderamiento no sean secundarios, sino prioridades.
El apoyo práctico es igualmente crítico. Iniciativas como el Fondo Fiduciario Voluntario de la ONU para las Víctimas de la Trata de Personas proporcionan recursos a organizaciones que ayudan a los sobrevivientes a reconstruir sus vidas.
Las personas en movimiento también son vulnerables a la trata. Crear vías de migración seguras y legales reduce los riesgos para migrantes y refugiados, al tiempo que garantiza que las víctimas nunca sean penalizadas por acciones cometidas como resultado directo de su explotación.
4. Justicia y rendición de cuentas
Los tratantes suelen operar dentro de complejas redes criminales, utilizando amenazas, mentiras y violencia para controlar a sus víctimas. Enfrentar estas redes requiere leyes sólidas, investigadores capacitados, fiscales entrenados y una estrecha cooperación internacional.
Se alienta a los países a implementar la Convención de la ONU contra la Delincuencia Organizada Transnacional y su Protocolo contra la Trata de Personas para asegurar un marco jurídico unificado y una aplicación más fuerte a través de las fronteras.
El acceso a la justicia y la protección de las víctimas deben seguir siendo una prioridad, incluso cuando los sobrevivientes no puedan o no quieran participar en procesos penales. Proteger a las víctimas y responsabilizar a los tratantes son objetivos inseparables: la justicia no puede lograrse sin salvaguardar a quienes han soportado la explotación.
Un parque infantil en Macedonia del Norte
5. Alianzas poderosas
Poner fin a la trata de personas requiere la ayuda de todos: gobiernos, sociedad civil, sector privado, medios de comunicación y los propios sobrevivientes. Las alianzas son la columna vertebral de la acción efectiva: ayudan a identificar víctimas, desmantelar redes de trata, mejorar los servicios de apoyo, sensibilizar y desarrollar herramientas innovadoras, incluido el uso responsable de la tecnología y la inteligencia artificial.
Una cooperación más sólida – a través del intercambio de conocimientos, la asistencia legal y la colaboración internacional – amplifica el impacto de los esfuerzos contra la trata de personas. Cuando las comunidades y los países trabajan juntos, pueden desmantelar los sistemas que permiten que la explotación prospere y proteger a los más vulnerables.
Source of original article: United Nations (news.un.org). Photo credit: UN. The content of this article does not necessarily reflect the views or opinion of Global Diaspora News (www.globaldiasporanews.net).
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