Todas las mañanas, al amanecer, Anwar Hawas deambula por las calles en ruinas de Gaza, con los bolsillos llenos de hojas impresas que muestran el rostro de un muchacho de 17 años. En la foto posa su hermano Hadi, autista y mudo, sin saber que ese retrato se convertirá en el único vínculo entre él y quienes le buscan desde que desapareció hace tres semanas.
Anwar pega los carteles en las paredes destruidas de las tiendas, los distribuye entre los transeúntes, pregunta a los vendedores ambulantes y a las enfermeras de los hospitales improvisados.
“Le pido a Dios que me ayude a encontrarlo”, dice la joven de 22 años, con voz cansada pero decidida.
Hadi desapareció en el barrio de Zeitoun, en las afueras de la ciudad de Gaza, tras salir del domicilio familiar. Desde entonces, no hay rastro.
En ese territorio palestino -donde los bombardeos israelíes han arrasado barrios enteros, las redes de telecomunicaciones son intermitentes y las instituciones se han derrumbado-, encontrar a un niño vulnerable parece una tarea imposible.
A falta de un sistema oficial de localización, Anwar se ha visto reducida a multiplicar sus esfuerzos, a pie, de boca en boca, papel en mano.
“Nos vemos obligados a utilizar métodos tradicionales, como la distribución de folletos, sobre todo porque internet y las comunicaciones están cortadas. La situación es extremadamente difícil”, afirma.
Anwar Hawas, de 22 años, sale todas las mañanas a buscar a su hermano desaparecido, Hadi, de 17 años.
Anwar no está sola. Desde el comienzo de la guerra entre Israel y Hamás, el 7 de octubre de 2023, más de 11.000 personas han desaparecido en la Franja de Gaza, según la Oficina Central Palestina de Estadística.
La mayoría son mujeres y niños. Sus familias deambulan inciertas entre los escombros pensando en su posible destino: ¿fueron asesinados y enterrados bajo los escombros? ¿Arrestados? ¿Enterrados sin identidad? ¿O han desaparecido sin dejar rastro?
Un paisaje de incertidumbre
Recientemente, decenas de palestinos también han desaparecido mientras intentaban llegar a los centros de distribución de ayuda. Algunos cadáveres, encontrados durante operaciones militares, nunca han sido identificados ni inscritos en los registros oficiales de víctimas.
Ante este vacío, están surgiendo iniciativas locales. Ghazi al-Majdalawi, un joven gazatí, ha lanzado una plataforma en línea para tratar de identificar a los desaparecidos. Con un equipo de voluntarios, recoge testimonios e introduce los datos.
Anwar Hawas pregunta a la gente en la calle si tienen alguna información sobre su hermano desaparecido, después de mostrarle sus fotos.
“La ocupación impide la entrada del material necesario para las pruebas de ADN, lo que complica la identificación de los cuerpos encontrados. Hay cientos, si no miles, de muertos sin identificar”, explica.
Las organizaciones de derechos humanos también intentan hacer un seguimiento de los casos. Mustafa Ibrahim, presidente de la asociación Addameer, afirma que su equipo ha podido localizar a 600 personas de los cerca de mil casos examinados.
“Alrededor de 420 casos siguen sin resolverse. Algunos han desaparecido por la fuerza y no hay información sobre ellos”, añade.
En este paisaje de incertidumbre, familias como la de Anwar continúan su búsqueda sin descanso. Cada calle que recorren es una oración silenciosa, cada cartel que pegan un acto de resistencia contra el olvido.
“No volveré a casa sin él”, dice ella con determinación reanudando la marcha.
Source of original article: United Nations (news.un.org). Photo credit: UN. The content of this article does not necessarily reflect the views or opinion of Global Diaspora News (www.globaldiasporanews.net).
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